Mi muerte
Estoy en una habitación.
No sé cómo llegué aquí,
ni por qué.
Las paredes son blancas,
y el piso
y el techo.
No hay ventanas,
pero la luz parece salir del mismo blanco.
Estoy en un rincón,
de modo que la vista es perfecta,
exótica.
Respiro, me siento calmado.
De repente,
veo,
en el medio de la habitación,
en el piso,
una pequeña mancha.
Con unos pocos pasos,
me acerco, me agacho.
Es una pequeña gota de sangre,
perfecta,
exótica.
La acaricio y luego,
la hago acariciarme los dedos.
Sonrío.
Sé que es mía.