Vuelvo por aca
Me agarró un extrañitis estos días. Debe ser quizás, el exeso de estudio que por boludo me autoasigne por colgarme unos días...
La verdad que la vida en la capital me gusta mucho, pero entre tanto cemento, ruido, la gente que camina desesperadamente como si se corrieran los unos a los otros, no encuentro palabras para poder poner todo ese veneno en una hoja. Asique me acordé que cuando necesitaba hacer eso.. iba a taller... asique seguramente esto lo lean muuuucho después de escrito.
Se me ocurrió pasar por la otra cosa, sin pasar por la casa de fela... porque nos estraño, necesito por lo menos un viernes a las 7, necesito la cajita de las cosas, necesito el chajá, necesito que esta molesta claridad que tienen mis reglones vuelvan a llenarse de tinta... necesito otra cosa.
Escribí algo hace un tiempo, se llama "El vicioso" y lo posteo así no corto la tradición... un abraso y un beso enorme...
Wilson flash... digo Laucha
Noche de ceniceros llenos, al igual que los atados y los pulmones.
mañana fria, y su agitada y congestionada garganta se escapaba del consultorio.
Por acto reflejo, prendió un rubio, con la infantil esperanza de que calme su temblor..
Las palabras del hombre de blanco, le hacian eco, sin poder entenderlas.
Todas esas palabras a las que él les fingía indiferencia,
se volvieron sangre al oir lo que nunca quizo escuchar.
Se encerró en sus cuatro paredes, sólo (como siempre),
se sentó, suspiró y prendió otro.
Sus celulas ya no querían ser las mismas y su cuerpo se estaba atacando a si mismo,
y aun con todo el miedo, su vicio era más fuerte que sus ganas de vivir.
No se nego a los estudios ni a los dolorosos tratamientos,
pero no aceptó que debia abandonar la razón de su mal estar.
Pocos meses después, no era más que un frágil y delgado hombre calvo
de color gris, con expresión de muerto.
No faltaría mucho para que esa expresión se apoderase de todo su ser.
Una noche, no podía parar de tocer,apagó el último carrillo del paquete,
se desvistió, dejando a la vista su decrépita figura desnuda ante los ojos de la enfermera.
Se acostó en la cama, jadeando y transpirando miro a su casual compañera,
tomó su muñeca izquierda con la mano y se quitó su viejo reloj,
se lo extendió a la mujer que miraba la deprimente imagen que él reflejaba.
Ella se sintió obligada a tomar el presente y cuando sus manos se tocaron,
el hombre le sugirió: guardalo, y usalo bien, yo malgaste el tiempo que me dio...
Cerrando los ojos y dejando caer su mano en las sábanas, su vicio terminó de consumirlo...
La verdad que la vida en la capital me gusta mucho, pero entre tanto cemento, ruido, la gente que camina desesperadamente como si se corrieran los unos a los otros, no encuentro palabras para poder poner todo ese veneno en una hoja. Asique me acordé que cuando necesitaba hacer eso.. iba a taller... asique seguramente esto lo lean muuuucho después de escrito.
Se me ocurrió pasar por la otra cosa, sin pasar por la casa de fela... porque nos estraño, necesito por lo menos un viernes a las 7, necesito la cajita de las cosas, necesito el chajá, necesito que esta molesta claridad que tienen mis reglones vuelvan a llenarse de tinta... necesito otra cosa.
Escribí algo hace un tiempo, se llama "El vicioso" y lo posteo así no corto la tradición... un abraso y un beso enorme...
Wilson flash... digo Laucha
Noche de ceniceros llenos, al igual que los atados y los pulmones.
mañana fria, y su agitada y congestionada garganta se escapaba del consultorio.
Por acto reflejo, prendió un rubio, con la infantil esperanza de que calme su temblor..
Las palabras del hombre de blanco, le hacian eco, sin poder entenderlas.
Todas esas palabras a las que él les fingía indiferencia,
se volvieron sangre al oir lo que nunca quizo escuchar.
Se encerró en sus cuatro paredes, sólo (como siempre),
se sentó, suspiró y prendió otro.
Sus celulas ya no querían ser las mismas y su cuerpo se estaba atacando a si mismo,
y aun con todo el miedo, su vicio era más fuerte que sus ganas de vivir.
No se nego a los estudios ni a los dolorosos tratamientos,
pero no aceptó que debia abandonar la razón de su mal estar.
Pocos meses después, no era más que un frágil y delgado hombre calvo
de color gris, con expresión de muerto.
No faltaría mucho para que esa expresión se apoderase de todo su ser.
Una noche, no podía parar de tocer,apagó el último carrillo del paquete,
se desvistió, dejando a la vista su decrépita figura desnuda ante los ojos de la enfermera.
Se acostó en la cama, jadeando y transpirando miro a su casual compañera,
tomó su muñeca izquierda con la mano y se quitó su viejo reloj,
se lo extendió a la mujer que miraba la deprimente imagen que él reflejaba.
Ella se sintió obligada a tomar el presente y cuando sus manos se tocaron,
el hombre le sugirió: guardalo, y usalo bien, yo malgaste el tiempo que me dio...
Cerrando los ojos y dejando caer su mano en las sábanas, su vicio terminó de consumirlo...