El profeta: Por una eterna primavera
Ahora, su mundo se limita en ese reflejo transparente. Sin querer ver más allá, la realidad muere mostrando el reflejo de una hoja. Y aquel ser se ausenta de sí mismo, para resbalar con tinta sobre reglones. En ese desliz, el hombre adquiere la capacidad de ver más allá de la transparencia, cosa que mucha gente no puede, porque están muy amarrados a ese reflejo.
Más allá de lo transparente, se muestra una verdad que a primera vista ofrece poco. El ser se ve circunvalado en una inmensidad negra, pero de a poco, la verdad se va desnudando.
Lo primero en distinguirse fueron las sombras, aunque no se delineaban bien sus contornos y no era fácil saber qué o quién era dueño de esa figura.
El miedo se interesó en el pobre escritor, ya sumergido en su mundo. El temor se alió con la verdad que se estaba empezando a mostrar. Ese matrimonio, combinación de ignorancia y horror, hizo anhelar al escritor con querer ver crecer las flores desde abajo. Por suerte para él, sus ojos fueron acostumbrándose a la oscuridad, reduciendo en igual proporción la ignorancia, mientras que el miedo lo contemplaba omnisciente desde todas las perspectivas.
En cuanto la verdad se descubriera del todo, el miedo iba a ser una extensión que lo fagocitaría. Y en miles de hojas, intentaba encontrar algo que tapara la verdad, pero el temor, ya lo estaba empezando a controlar.
De a poco, en cada texto, la verdad se asomaba tímida, hasta que fue la protagonista total de sus palabras, letras, comas y puntos.
Los lectores, autodenominados intelectuales y pensantes, se vieron contagiados por ese temor, pero aun más valientes que el escritor (o más ignorantes, quizás), encontraron la manera de que la verdad, hallada por el dramaturgo descubridor, fuera escondida para no romper con las realidades opuestas, que creaba esa mentira, que intentaba desmentir el escritor. Ya que estos eruditos prefirieron contemplar la flor desde arriba, pues es la realidad bien vista (o la única que se muestra) y las que el mandato instituido se encargade mantener la objetividad de la reciente gran mentira.
Así es como el poeta, como todos los que intentan mostrar la verdad equivocada, se transforman en grandes mentirosos, falsos y embusteros, como lo llamaron hasta el final de sus palabras… Pero como cada acción sujeta de palabras, ellas nos dan la posibilidad de posicionarnos o cuestionarnos dónde nos colocaremos como sujetos: ¿arriba o debajo de la flor? Pero que siempre exista la primavera, pues en ella hay elección…
**LauCHa**
Más allá de lo transparente, se muestra una verdad que a primera vista ofrece poco. El ser se ve circunvalado en una inmensidad negra, pero de a poco, la verdad se va desnudando.
Lo primero en distinguirse fueron las sombras, aunque no se delineaban bien sus contornos y no era fácil saber qué o quién era dueño de esa figura.
El miedo se interesó en el pobre escritor, ya sumergido en su mundo. El temor se alió con la verdad que se estaba empezando a mostrar. Ese matrimonio, combinación de ignorancia y horror, hizo anhelar al escritor con querer ver crecer las flores desde abajo. Por suerte para él, sus ojos fueron acostumbrándose a la oscuridad, reduciendo en igual proporción la ignorancia, mientras que el miedo lo contemplaba omnisciente desde todas las perspectivas.
En cuanto la verdad se descubriera del todo, el miedo iba a ser una extensión que lo fagocitaría. Y en miles de hojas, intentaba encontrar algo que tapara la verdad, pero el temor, ya lo estaba empezando a controlar.
De a poco, en cada texto, la verdad se asomaba tímida, hasta que fue la protagonista total de sus palabras, letras, comas y puntos.
Los lectores, autodenominados intelectuales y pensantes, se vieron contagiados por ese temor, pero aun más valientes que el escritor (o más ignorantes, quizás), encontraron la manera de que la verdad, hallada por el dramaturgo descubridor, fuera escondida para no romper con las realidades opuestas, que creaba esa mentira, que intentaba desmentir el escritor. Ya que estos eruditos prefirieron contemplar la flor desde arriba, pues es la realidad bien vista (o la única que se muestra) y las que el mandato instituido se encargade mantener la objetividad de la reciente gran mentira.
Así es como el poeta, como todos los que intentan mostrar la verdad equivocada, se transforman en grandes mentirosos, falsos y embusteros, como lo llamaron hasta el final de sus palabras… Pero como cada acción sujeta de palabras, ellas nos dan la posibilidad de posicionarnos o cuestionarnos dónde nos colocaremos como sujetos: ¿arriba o debajo de la flor? Pero que siempre exista la primavera, pues en ella hay elección…
**LauCHa**
si las palabras no fueran mentirosas desde el comienzo no existirian poetas ni profetas...no hay palabras para los sentimientos....no no... creo que hay mas de mil palabras para cada sentimineo por eso se complica encontar un solo que sea explique lo correcto...la veradad, ese es el q mas sentidos tiene y tan solo es una palabra...
Escrito por
car |
16/10/07 1:17 a. m.